«En definitiva, ¿dónde empiezan los derechos humanos universales? En
pequeños lugares, cerca de casa; en lugares tan próximos y tan pequeños que no
aparecen en ningún mapa. [...] Si esos derechos no significan nada en estos
lugares, tampoco significan nada en ninguna otra parte. Sin una acción
ciudadana coordinada para defenderlos en nuestro entorno, nuestra voluntad de
progreso en el resto del mundo será en vano». Eleanor Roosevelt
La Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó
el 10 de diciembre como Día de los Derechos Humanos en 1950, para señalar a la
atención de «los pueblos del mundo» la Declaración Universal de Derechos
Humanos como ideal común de todos los pueblos y todas las naciones.
La Declaración, cuyo borrador redactaron representantes de distintos
contextos jurídicos y culturales de todo el mundo, expone valores universales y
un ideal común para todos los pueblos y naciones. Además, establece que todas
las personas tienen la misma dignidad y el mismo valor.
Gracias a este documento —que con sus versiones en 500 idiomas se ha
convertido en el más traducido del mundo— y el compromiso de los Estados con
sus principios, la dignidad de millones de personas se ha visto fortalecida, y
se han sentado las bases de un mundo más justo. Aunque aún quede camino por
recorrer para que las promesas que encierra se cumplan plenamente, el hecho de
que haya perdurado en el tiempo es prueba inequívoca de la universalidad
imperecedera de sus valores eternos sobre la equidad, la justicia y la dignidad
humana.
La Declaración nos fortalece a todos y los principios que recoge son tan
relevantes en la actualidad como lo fueron en 1948. Debemos luchar por nuestros
propios derechos y por los del prójimo. Podemos pasar a la acción en nuestras
vidas diarias para defender aquellos derechos que nos protegen y así fomentar
la unión de todos los seres humanos.
#LuchaPorLosDDHH
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