Las responsabilidades desbordan tu agenda y apenas te queda
tiempo para respirar: estás realmente estresada -y no es la primera vez que te
sientes de esta manera. Esta situación no puede seguir así: es hora de tomar
medidas y de realizar algunos cambios para manejar el estrés laboral.
#1 Actúa: Si el estrés se convierte en crónico puede llegar a
aplastar la autoconfianza, disminuir la concentración y atentar contra el
bienestar general. Por eso, es importante controlarlo. Debes tener en cuenta
que el estrés surge cuando sientes que las cosas se escapan de tu control. Por
esta razón, es importante identificar qué puedes controlar -tus acciones, tus
respuestas- y qué no. Luego de que lo hayas hecho, concéntrate en las primeras
y haz tu máximo para desprenderte de las segundas. De esta manera, estarás
dando lo mejor de ti misma.
#2 Respira profundamente: Si te sientes abrumada, tensa y
necesitas despejar tu cabeza: respira profundamente. Esta práctica te ayudará a
recuperar tu equilibrio interior. Inhala durante 5 segundos, mantén el aire y
exhala en la misma cantidad de tiempo.
#3 Elimina las interrupciones: Cuando estamos trabajando,
mails, llamadas urgentes y mensajes de texto nos bombardean constantemente.
Esto atenta tanto contra nuestra concentración, como contra la calidad de
nuestro trabajo. Por eso, intenta controlar cómo reaccionas ante estas
distracciones: evita todas las que puedas y crea estrategias para que no
incidan en tu trabajo. Puedes, por ejemplo, fijarte horarios para consultar tu
celular y tu correo.
#4 Date descansos: En general, solemos pensar que cuanto más
trabajo acumulemos, más productivas seremos. Esto no es cierto: sucede
exactamente lo contrario. Así, a medida que transcurren las horas nuestro nivel
de concentración va disminuyendo. Por eso, para maximizar nuestra productividad
es imprescindible tener intervalos de descanso. Cada 90 minutos, tómate 10 de
descanso; aprovecha, por ejemplo, para estirar tus músculos contracturados. De
esta manera, aliviarás el estrés y recuperarás energías.
#5 Identifica al stress autoimpuesto: Solemos estar
constantemente buscando la aprobación de los demás; esto no es sano. Deja de
enfocarte en las cambiantes percepciones de quienes te rodean y concéntrate en
fortalecer la confianza en ti mismo. Lo cierto es que, paradójicamente, ni bien
dejes de preocuparte por la imagen que los demás tienen de ti, esta mejorará y
será más plausible que impresiones a quienes te rodean. Recuerda: la estima que
los demás te tienen es equivalente a tu autoestima.
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